"passion" particular
Impresiones del primer día, la vuelta a la rutina:
- torrija / pestiño / empanada mental en lugar de cerebro; aún no estoy habituada al cambio y m sigo acostando como en las vacaciones a la una, una y media... cuando a las nueve ya tengo que incorporarme al día laboral (lo que implica estar despierta hora / hora y media antes).
- un hambre como la de un oso recién salido de la hibernación; a veces pienso que ofrecería un órgano vital por dormir diez minutos más, así que es tontería pensar que me voy a levantar algo más temprano para que me dé tiempo a desayunar. Desgraciadamente no tengo esa cualidad que tienen los personajes de la serie Los Serrano, que antes de llegar al colegio les da tiempo de charlar, pelearse, ducharse (no-sé-cuántos en un solo cuarto de baño), mostrarte la nueva colección de Zara y Stradivarious, plantear el argumento del capítulo, ir a por los churros, poner la mesa con dieciocho mil cosas y comerse todas las tostadas y beberse todos los zumos. Espero no ser la única que se traga un vaso de leche con tropezones de cola cao por no pararse ni a removerlo.
- bajón físico y mental; que me pierdo toda mi fortaleza a consecuencia de no haber dormido / comido. Suele ocurrir cuando termino de plantar todos los libros por la página por la que iba, cojo el boli y me dispongo a trabajar, o cuando llego a clase de mis asignaturas optativas, me siento en la última fila y el cabezón de delante, que tiene cabeza pa siete pescuezos, no me deja ver la pizarra ni el profesor. Entonces tengo que ponerme a copiar apuntes como una loca, más que na porque si me quedo quieta me duermo. Me abrazo a mi tigre de peluche donde meto los bolis (los saco pa no clavármelos), me acomodo detrás del cabezón y ala.
- vergüenza horrorosa; la carencia de alimentos y horas de sueño hacen su efecto. A mitad de la mañana llevo unas ojeras que pa qué y me suena la tripa que mete más miedo que el león de la metro.
- el colmo de los colmos; cuando a alguien se le ocurre preguntarle a la profesora de cultura latina, a esa mujer que puede estar hora y cuarto hablando del origen etimológico de una palabra O__o, que qué le parece que la peli de La Pasión no se haya traducido. Se creyó el pobre que nos iba a hacer un favor, así no damos clase, jeje. Pos no, mira. Es que a mí no me interesa su opinión y menos sobre esa película. ¿Pa eso sufro yo mi calvario particular?, ¿pa llegar aquí y que ésta se entretenga contándome su vida? Yo prefiero dar clases, que no es que tenga ansia de saber, más bien abulia cognoscitiva, pero oye, yo pa eso me quedo en mi casa durmiendo.
- el cabreo del siglo, cuando llego a casa a mediodía, ¡por fin!; llego al cuarto a soltar las cosas y me encuentro en el escritorio allí en mitad para que no se me olviden, los libros que saqué de la biblioteca en Semana Santa, y que tenía que entregar ... ejem. En fin, vamos a comer. Cuánta carne con tomates quieres niña. Echa ahí mamá, que traigo mucha jambre. Me echa medio plato, échalo entero mamá que luego dices que no como. Y me planta un zumbío canne, ahí pa que sobre. Y vaya si sobra, porque ya son casi las tres y a mí se me ha pasao el hambre. Me como cuatro cachos, le meto un pellizco al pan y ea.
Es joío, eh. Y lo peor, que no lo voy a contar, es que ahí no acaba la cosa. No voy a contar que yo tengo horario de tarde, y que cuando llega la siesta (y ahora con el calorcito que empieza a hacer...) yo tengo que volver a la facultad. Y tampoco voy a contar que pa las cinco y media o las seis me vuelve a dar el hambre, que las clases a última hora de la tarde son un suplicio porque es inevitable que se me vaya la pinza, que tengo que llevarme varias camisetas porque conforme se hace tarde va haciendo más frío y al final acabo con complejo de cebolla, con tanta capa. Y muchas cosas más que no voy a contar. Pero no porque no quiera, sino porque es que no me da tiempo. La media hora que tenía para conectarme, mirar el correo y eso la he echao escribiendo esto : (.
Buenas noches.
- torrija / pestiño / empanada mental en lugar de cerebro; aún no estoy habituada al cambio y m sigo acostando como en las vacaciones a la una, una y media... cuando a las nueve ya tengo que incorporarme al día laboral (lo que implica estar despierta hora / hora y media antes).
- un hambre como la de un oso recién salido de la hibernación; a veces pienso que ofrecería un órgano vital por dormir diez minutos más, así que es tontería pensar que me voy a levantar algo más temprano para que me dé tiempo a desayunar. Desgraciadamente no tengo esa cualidad que tienen los personajes de la serie Los Serrano, que antes de llegar al colegio les da tiempo de charlar, pelearse, ducharse (no-sé-cuántos en un solo cuarto de baño), mostrarte la nueva colección de Zara y Stradivarious, plantear el argumento del capítulo, ir a por los churros, poner la mesa con dieciocho mil cosas y comerse todas las tostadas y beberse todos los zumos. Espero no ser la única que se traga un vaso de leche con tropezones de cola cao por no pararse ni a removerlo.
- bajón físico y mental; que me pierdo toda mi fortaleza a consecuencia de no haber dormido / comido. Suele ocurrir cuando termino de plantar todos los libros por la página por la que iba, cojo el boli y me dispongo a trabajar, o cuando llego a clase de mis asignaturas optativas, me siento en la última fila y el cabezón de delante, que tiene cabeza pa siete pescuezos, no me deja ver la pizarra ni el profesor. Entonces tengo que ponerme a copiar apuntes como una loca, más que na porque si me quedo quieta me duermo. Me abrazo a mi tigre de peluche donde meto los bolis (los saco pa no clavármelos), me acomodo detrás del cabezón y ala.
- vergüenza horrorosa; la carencia de alimentos y horas de sueño hacen su efecto. A mitad de la mañana llevo unas ojeras que pa qué y me suena la tripa que mete más miedo que el león de la metro.
- el colmo de los colmos; cuando a alguien se le ocurre preguntarle a la profesora de cultura latina, a esa mujer que puede estar hora y cuarto hablando del origen etimológico de una palabra O__o, que qué le parece que la peli de La Pasión no se haya traducido. Se creyó el pobre que nos iba a hacer un favor, así no damos clase, jeje. Pos no, mira. Es que a mí no me interesa su opinión y menos sobre esa película. ¿Pa eso sufro yo mi calvario particular?, ¿pa llegar aquí y que ésta se entretenga contándome su vida? Yo prefiero dar clases, que no es que tenga ansia de saber, más bien abulia cognoscitiva, pero oye, yo pa eso me quedo en mi casa durmiendo.
- el cabreo del siglo, cuando llego a casa a mediodía, ¡por fin!; llego al cuarto a soltar las cosas y me encuentro en el escritorio allí en mitad para que no se me olviden, los libros que saqué de la biblioteca en Semana Santa, y que tenía que entregar ... ejem. En fin, vamos a comer. Cuánta carne con tomates quieres niña. Echa ahí mamá, que traigo mucha jambre. Me echa medio plato, échalo entero mamá que luego dices que no como. Y me planta un zumbío canne, ahí pa que sobre. Y vaya si sobra, porque ya son casi las tres y a mí se me ha pasao el hambre. Me como cuatro cachos, le meto un pellizco al pan y ea.
Es joío, eh. Y lo peor, que no lo voy a contar, es que ahí no acaba la cosa. No voy a contar que yo tengo horario de tarde, y que cuando llega la siesta (y ahora con el calorcito que empieza a hacer...) yo tengo que volver a la facultad. Y tampoco voy a contar que pa las cinco y media o las seis me vuelve a dar el hambre, que las clases a última hora de la tarde son un suplicio porque es inevitable que se me vaya la pinza, que tengo que llevarme varias camisetas porque conforme se hace tarde va haciendo más frío y al final acabo con complejo de cebolla, con tanta capa. Y muchas cosas más que no voy a contar. Pero no porque no quiera, sino porque es que no me da tiempo. La media hora que tenía para conectarme, mirar el correo y eso la he echao escribiendo esto : (.
Buenas noches.
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